Un rasgo diferenciador clave entre ambos síntomas es que el Burnout tiende a mejorar cuando se toma distancia del trabajo, cuando el trabajador se toma vacaciones siente que recarga energías. A diferencia de ello, la depresión no mejora por un cambio de contexto. Cabe destacar que el burnout en sí mismo también puede ser un factor de riesgo para la depresión, señala Neal-Barnett.
Una buena herramienta para enfrentar el Burnout es establecer de forma modesta nuestros límites. Diversos autores establecen que para prevenir el Burnout es importante sentir que uno conserva el control de su vida, un ejemplo de ello podría ser desactivar las notificaciones del correo electrónico del trabajo a partir de cierta hora, o luego de una reunión estresante reservarse 10 minutos para realizar una tarea que ayude a relajarnos. Para aliviar el estrés, el cerebro necesita un descanso, eso implica darse momentos de tranquilidad, estar a solas con nuestros pensamientos, sin distracciones.
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